jueves, 14 de julio de 2011

HAITÍ-SIUZA





Soy Haitiano, Lic. En filosofía, Máster en relaciones internacionales y servicios diplomáticos y en educación mención gestión y docencia universitaria, ensayista, poeta, emigré a Zürich en 1984, a los 11 años de edad, las dificultades en los primeros meses fueron vistas para mí como un reto, la edad no me dio tiempo para detenerme a pensar en ello, los disfruté como una de las tantas aventuras que la edad nos permite, aprender Alemán era uno de mis retos, ya que cuando llegue no conocía nada del idioma y siempre me han gustado. La alimentación era diferente, en Haití la comida es comúnmente “caliente” por los condimentos múltiples que la enriquecen y la amueblan por lo que en ocasiones, me hizo ver la comida de mi nueva patria como fría y desabrigada. Pero al reconocer los patronos o características de lo sabroso y rico de Suiza, distintas de los de mi país de origen, simple y llanamente pude darme cuenta de que no se trataba de más o menos caliente sino de diferentes patronos que se aplican en el momento de definir lo que es una comida rica. El clima, fue muy favorable para mi salud, desde que el momento que pisé el territorio europeo, mi salud ha dejado de ser frágil. Las relaciones interpersonales fueron exitosas, como adolescente entablar relaciones amistosas con los chicos de mi edad no era difícil. Algo que me impactó mucho fue el observar en los anuncios publicitarios en casi todo el país como negros y blancos estaban juntos sin que se haya reservado el peor papel para la raza negra como suele pasar en otros países, era toda una hermandad, para mí, eso ha sido mi primera observación de campo de una verdadera integración. Siendo una de las cosas que más valoraba de mi país de acogida, el son el respeto a la persona en toda su integridad sumado a un gran sentido del orden y la disciplina. Las cosas que más extrañé durante esa época de mi país eran esos viajes a las montaña en compañía de mis amigos, pero he de reconocer que mi cultura la descubrí en Suiza y eso me ha devuelto a mi cultura de origen, más admirador y más listo para apreciarla. No intenté vivir con la mente en Haití y el cuerpo en Suiza porque eso limita el proceso de integración, ahora adulto, entiendo que la conexión con el país de origen y las constantes visitas pueden ser una excelente vía para conservar la identidad cultural. El sorprender a los amigos anfitriones con algunos platos de la cocina de su país de origen, y otros elementos que permiten que el otro te conozca. Para mí, este proceso de integración es parte de otro proceso que es el de la maduración, ha fortalecido mi espíritu de apertura y más tarde pude reconocer la relatividad de los absolutos en nuestros países de origen.

2 comentarios:

  1. wow. me gusta como escribes

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    1. Despolvando mis recuerdos, releyendo mi blog, encuentro su mensaje sin contestar...Espero que este muchas gracias no llegue tarde. Deseo que prospere su magia interior.

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