lunes, 25 de julio de 2011

ECUADOR-ESPAÑA






Soy Ecuatoriana, emigré hace 11 años a España, cuando inició la dolarización en Ecuador, mi esposo decidió emigrar en busca de mejor oferta de empleo, al año de estar aquí me motiva a venir con nuestras hijas pequeñas, dejando a la mayor en Ecuador con una tía y así empieza mi calvario, al año nos separamos, él cambió, era otro hombre a mi llegada, mientras yo sufría por los problemas de adptación de mis hijas y míos sumado a las dificultades económicas. Lo primero fue el clima tan diferente, mucho frío, mucho calor, que a veces era intolerable. Cambiamos nuestra alimentación por completo ya que los productos de mi país son difíciles de conseguir y bastante caros, así que con el paso del tiempo me adapté y hasta me gusta la comida española. La inestabilidad en los empleos que conseguía en residencia de ancianos, limpiando casas, cuidando niños, planchado por hora, que a veces me limitaban para cosas tan básicas como la alimentación o la vivienda, hasta el punto de vernos en la calle sin un lugar dónde dormir, yo con el corazón hecho pedazos sin poder explicar a mis hijas y que comprendieran lo que estaba pasando. Lo peor eran los abusos de los otros niños en la escuela que actuaban con salvajismo y racismo, un día me llené de ira, de impotencia cuando pasé a recoger a mi hija mayor y me dice la directora que otro niño la había golpeado con un bate, al mirarla y ver su carita ensangrentada, quise morir, mientras ella lloraba, y me decía mira, mira. Como adulto es más fácil asumir que eres inmigrante y que te traten con desdén, en mi trabajo sucedía constantemente, y yo simplemente pasaba de ello, mientras en mis adentros me repetía de cajera contable a limpiar casas, de tener a mis 3 hijas y a mi esposo, a un hogar destruido, separada, con mis dos hijas pequeñas a quienes veía sufrir y mi hija mayor en Ecuador pasando penurias porque no me alcanzaba el dinero para enviarle sus gastos, me arrepentía cada día de estar en una país donde la gente no estaba acostumbrada a ver extranjeros, y me miraban con un aspecto extraño. Quizás lo único bueno en estos años ha sido mi crecimiento espiritual, todo ese dolor, todas mis heridas se cierran cada día porque me he refugiado en Dios y en los hermanos de la iglesia. Actualmente las cosas han mejorado y probablemente no regrese a Ecuador porque me costaría mucho adaptarme, sobre todo en el transporte y el servicio de salud que son las cosas que más valoro de España, la única vez que viaje a mi tierra en estos 11 años, me di cuenta que muchas cosas habían cambiado. Y a pesar de que continúo sin empleo fijo, hago horas en casas de familias, mis hijas han crecido, una de ellas trabaja, y la situación económica para nosotras es mejor, continúo creyendo que ser inmigrante es muy duro.

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